Los diez edificios caracterizados a través del proyecto representan fielmente algunas de las principales cualidades arquitectónicas del movimiento moderno, tanto en su concepción original europea, como en su versión latinoamericana cargada de elementos de la identidad y naturaleza local. Elementos como las fachadas moduladas, el uso de materiales innovadores para la época y un atrevido juego cromático, han aportado de forma notable a la calidad del paisaje urbano de Viña del Mar.